DAGA I, voz común a todos los romances occidentales y a otras lenguas europeas, de origen desconocido.

1.ª doc.: h. 1400, Glos. del Escorial.

Con posterioridad se halla en un invent. arag. de 1469 y daguero ‘fabricante de dagas’ en otro de 1450 (VRom. X 141); daga en APal. 31b1, y en Nebrija; Aut. da varios ejemplos de daga y sus derivados en los SS. XVI y XVII; Cej. VIII, § 19. En portugués es adaga la forma normal, aunque hay variante daga; el derivado adagada figura ya en D. do Couto, a fines del S. XVI. Del cat. daga hay testimonios en 1385 (Eiximenis), varios del S. XV, y aparece en el Blandin de Cornoalha (S. XIV), v. 1539, escrito en lengua de Oc por un catalán. Oc. daga se halla en una poesía del S. XIV o XV y en un texto en prosa del XV; un daic, probablemente ‘puñal’, sale en el XIV. El fr. dague puede ya fecharse h. 1300, probablemente algo antes2; el it. daga ya en el S. XIV (Schuchardt, ZRPh. XXXI, 658). El ingl. dagger se halla ya en Chaucer († 1400), y el verbo dag ‘perforar, apuñalar’, está ya en un texto de h. 1440; del alem. degen y sus variantes hay ejs. desde 1400 (aunque se nota que la mayor parte corresponden a zonas extremas del Este; MLN XXXVI, 485); formas semejantes existen además en neerlandés y bajo alemán, desde la época media de estos idiomas), en danés, en checo y en húngaro (para éste vid. Schuchardt, ZRPh. XV, 111-2). En romance, en inglés, etc. el vocablo significa ‘daga, especie de puñal’, mientras que el alem. degen es ‘espada’. A base de la escasa diferencia en las fechas de aparición no es posible ver claramente el lugar de origen. El fr. dague en razón de su -g-, suponiendo que el vocablo sea antiguo en romance, debería ser tomado del italiano o de la lengua de Oc, pero la cronología no es favorable a este supuesto, sobre todo teniendo en cuenta la aparición aun más temprana en el bajo latín británico; por otra parte, que del francés pasara a los demás romances, como admitió Sainéan, no es imposible en vista de la documentación, pero tampoco es evidente.

Schuchardt, Globus LXXX, 204-7 (y ZRPh. XXVI, 115), supuso que daga procedía de un lat. SPATHA DACA ‘espada de los dacios’, abreviado en *DACA; para ello se fundaba en el hecho probado arqueológicamente de que esta nación bárbara se servía, como arma característica, de una especie de sable curvo y corto, y partiendo de la analogía del lat. sica ‘puñal’, arma nacional de los Tracios popularizada en Roma, admitía que *DACA llevó una vida subterránea en la Antigüedad y la alta Edad Media, como nombre de un puñal corvo y algo largo, poco empleado, hasta que en el S. XII o XIII se difundió de pronto gracias a alguna innovación en la forma de las armas, y empezó a salir en la documentación. En conjunto, esta teoría halló poca credulidad por demasiado hipotética. Su peor dificultad está en que nos obliga a admitir un origen meridional del vocablo francés; ahora bien, hoy no sólo sabemos que daggarium y dagger aparecen en los Estatutos del Rey Guillermo de Escocia, h. 1200, y en otras fuentes británicas del S. XIV citadas por Du C., sino que el suplemento debido a Baxter y Johnson aporta otros varios testimonios arcaicos de la misma procedencia: daggardum h. 1190, dagga en 1332, daggarium, -ggerius, varias veces a fines del S. XIV; el b. lat. daca ‘daga’ aparece en el diccionario del inglés Juan de Garlandia, de la primera mitad o mediados del S. XIII3. Es difícil que esta especial frecuencia en tierras británicas sea debida a una casualidad y empieza a parecer dudoso que el vocablo pudiera ser llevado allá por los normandos de Guillermo el Conquistador; como el vocablo no puede ser germánico, según Kluge, deberá revisarse a la luz de esta documentación la probabilidad de un origen céltico insular, a pesar de que Thurneysen (Keltorom., 56) se inclina a creer que el gaélico e irl. mod. dag ‘pistola’ y el bret. dag(er) ‘puñal’ eran advenedizos; realmente es la opinión común, de la que participan V. Henry y Macbain, y aquí sólo podremos llamar la atención de los especialistas, únicos que pueden resolver el problema, preguntándoles si no podría derivar del irl. med. daig ‘fuego’, irl. mod. doigh ‘dolor’, de la raíz indoeuropea dheg?h ‘quemar’ (Pedersen, Vgl. Gramm. d. Kelt. I, 108)4.

La procedencia del persa teg ‘espada’, zendo taēga, propuesta por Sainéan, ZRPh. XXXI, 260-1, aunque obtuvo el aplauso de Gamillscheg, presenta demasiada dificultad fonética. El propio Sainéan, más tarde, en Sources Indig. I, 369, se inclinaba por un origen onomatopéyico, en vista de formas que deberán estudiarse mejor: diga ‘cuchillo grande’ en un texto en bajo latín (Du C.), norm. digue, fr. digart ‘espuela’ (1370), digon ‘aguijón’, norm. diguer ‘espolear’, Anjou diguer ‘acornear (una vaca)’; pero es evidente que todo esto no imita ningún sonido y harían falta paralelos más claros para creer en una voz de creación expresiva. V., sin embargo, el fin del artículo DALLE.

DERIV.

Dagón. Daguilla ‘palillo’.

1 «Arma segund dize Festo Pompeio se dizen propriamente por pender de los ombros, como escudo o cuchillo o puñal o daga». En las otras dos obras citadas traduce el lat. sica.―

2 Sainéan pone en duda el testimonio de 1229 que suele citarse, y el de Joinville (2.ª mitad del S. XIII) es dudoso porque no figura en las ediciones críticas. De todos modos el vocablo sale en Mélusine (h. 1373), el derivado dagonner ‘apuñalar’ en Doon de Mayence (h. 1300), y hay más testimonios antiguos. Por lo tanto, aunque un pasaje en el libro del Roi Modus, de 1486, parece indicar que era entonces palabra nueva, hay que deducir que lo era sólo para el autor o en la región donde él vivía.―

3 Ebert’s Jahrbuch VI, 311. La glosa fr. dage que del mismo diccionario cita Tobler, parece ser posterior y sólo se encuentra en un ms. del S. XV.―

4 También Kluge-Götze se inclina por el origen céltico de degen. Cierto es que el irl. mod. y bret. dag parece sospechoso de préstamo a causa de la -g- conservada. Pero aun siendo así, el ingl. dag(ger) pudo haberse tomado de una palabra céltica más antigua, que luego, desde el inglés, habría pasado al romance y habría vuelto al céltico moderno.